Memorias de un viaje para la eternidad
En Madrid, he soñado y continúa haciéndome soñar en exceso.
En Barcelona, me olvidé de los complejos.
Me desvestí de los miedos y deje en el mar los prejuicios.
En Roma, la realidad rompió la expectativa.
Admiré su historia pero me sentí intimidada por su agitado día a día.
En Venecia, sentí que formaba parte de una antigua historia y me envolví en su belleza.
En Bélgica, reí como nunca y disfrute de su cerveza artesanal.
De París, me enamoré, tal cual cliché.
Y en Londres, me extravié entre sus calles para después cantar bajo la lluvia.
No todo es como nos cuentan y no toda experiencia es lo que esperamos…
Ser viajero no es solo tener la foto de recuerdo, es emocionarte en todo momento y volverte narrador de lo vivido.
Es reflexionar en cada tren, acabar agotado en cada aeropuerto, explorar el metro de cada ciudad.
Sentir miedo, euforia y nervios, todo en un mismo momento y tener la certeza de que lo volverías hacer.
He caminado kilómetros y kilómetros, observado miles de personas en mi andar, ver las hojas en otoño caer y volver la mirada a mí.
Notar que no dejo de cambiar y lo que antes era importante e indispensable, ya no lo es.
Todo lo que quiero cabe en una maleta y el mayor de mis tesoros, lo llevo en mi corazón.
Hoy mis prioridades han cambiado. No son solo los lugares, son las personas. No es un título, es la experiencia. Lo que se sueña, se vuelve realidad. Lo inalcanzable jamás estuvo más cerca…
Hoy, las fotos para mí no son para enmarcar un lugar sino para retratar el reflejo de una etapa y de un sentimiento. Recuerda que ser feliz, también es una forma de viajar…
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